sábado, 5 de enero de 2008

MANOLO MURILLO


Llega Manolo de trabajar en su flamante coche y su mujer le dice:
¡Manolo te has vuelto a olvidar otra vez!
¿De que, Pepi?
¡Hoy cumplimos cinco años de casados!
Pe… pe… pero, ¿cómo me voy a olvidar de eso?
Quiero que me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar.
¡Justamente era eso lo que había pensado!
Está bien, quiero que me lleves al Hot Poney
¿Quéeeeee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro!
¡Manolo! ¡Quiero que me lleves al Hot Poney porque quiero conocerlo!
Y fueron……
Apenas llegaron, el aparcacoches dijo:
Buenas, ¿Cómo le va caballero? ¡Me alegro de verlo otra vez!
La mujer saltó sorprendida:
¿Qué dice éste? Ha dicho que se alegraba de verte otra vez. ¿Has estado tu aquí?
¿Yo? ¿Pero estás loca? ¿En ese antro? Los aparca- coches le dicen a todos lo mismo. Estos lugares son así.
Llegaron ante el portero:
Sr. Murillo…. ¡Qué alegría!
Te ha dicho Sr. Murillo…. ¡Este te conoce!
¿Eh?.... Cómo no me va a conocer, si trabaja en el edificio donde tengo la consulta. Es el electricista del edificio.
Ya dentro, los recibió Pablo, el gerente:
¿Cómo está Doctor Murillo? ¿La mejor mesa, como siempre, verdad?
¿Este también es electricista en el edificio de tu consulta Manolo?
¡Te voy a matar!
No…. Eh…. No, este señor me conoce porque es el que me vendió el deportivo que te regalé el año pasado ….
Manolo, me estás ….
En ese momento apareció la vendedora de cigarrillos:
¡Mi Reeeeeeeey! ¿Te doy tu Cohiba?
La cigarrera se puso el habano entre los pechos:
¡Mete la manita mi amor, y saca tu habanito!
Pepi estaba a punto de matar a su marido cuando se apagaron las luces.
Por fin se sentaron y empezó el espectáculo. Apareció una mujer espectacular que empezó a hacer un striptease. Cuando se quedó sólo con el tanga se acercó a la mesa de Manolo y, muy sen- sualmente, preguntó a toda la concurrencia:
Y ahora….
¿Quiéeeeeen me va a quitar el tanguitaaaaaaa?
Todos los presentes cantaron a coro:
¡Se vé, se siente, Manolo con los dientes! ¡Se vé, se siente, Manolo con los dientes!
Pepi no aguantó más. Salió corriendo y se metió en un taxi. Manolo la siguió y también entró en el vehículo. La mujer empezó a pegarle y a tratar de tirarlo por la puerta.
¡Eres el hijo de puta más grande que he visto!
Pepi se quitó un zapato e, histérica, comenzó a pegarle en la cabeza y gritarle los tacos más gordos que sabía.
El taxista se dio la vuelta y dijo:
Mire que hemos llevado putas locas, Don Manolo…. ¡Pero como esta! ¡¡¡Ninguna!!!


De la red.

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